Desde niño, Demóstenes soñaba con ser un gran orador. Un sueño casi imposible, ya que no tenía buena voz, era tímido y, lo peor, era tartamudo. Siempre asistía a los discursos de los grandes filósofos, incluyendo al gran Platón. Era tal su deseo y pasión por la oratoria que preparó con entusiasmo su primer discurso. La presentación fue un desastre total. Inmediatamente fue interrumpido con gritos de protesta. - ¡Habla más alto! - ¿Para que nos repites lo mismo? - ¡Pon aire en tus pulmones! No puedes ni apagar una vela. Ante las burlas, humillaciones, agresiones y carcajadas, Demóstenes se retiró sin tener oportunidad de terminar su discurso. Cualquier persona se hubiera frustrado y hubiera renunciado a su sueño. Sin embargo, Demóstenes sabía que la voluntad, tenacidad, paciencia y disciplina aseguran el éxito. En primer lugar, se afeitó la cabeza para no salir a la calle, en esa época esto era mal visto. Practicaba todo el día hasta el amanecer. Corría diariamente hasta la play...
¡No es cierto! Una de las frases más repetidas alrededor del mundo es: "Me da miedo hablar en público". Incluso se considera uno de los principales miedos del ser humano. Sin embargo, si analizamos fríamente esta idea, descubriremos que no es del todo cierta. En primer lugar, todo el tiempo y desde niños hablamos en público. Es algo normal y cotidiano. Público es una o mil personas. El problema real no es hablar, lo que pasa es que todo cambia cuando nos sentimos el foco de atención y el centro de las miradas. Por ejemplo, puedes estar conviviendo en una comida con varias personas, platicando con todos (hablando en público) sin gran problema, pero... cuando te piden que te pongas de pie y digas unas palabras, todo se complica. ¿Por qué? Son las mismas personas, el mismo lugar y quizá el mismo tema del que estabas hablando con ellas. Esta incomodidad, pena o miedo que sentimos cuando somos el foco de atención, no solamente se manifiesta cuando hablamos. Se transforma p...
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