Hay cosas que nunca cambian.


 ¡Esto sigue igual!

Hay cosas que nunca cambian.
Después de 32 años de impartir el curso LA PALABRA, hemos sido testigos de los cambios en las generaciones.
Es muy interesante observar cómo han influido la tecnología, las redes sociales, la "celulitis" o adicción al celular, la falta de interacción entre las personas y la pérdida paulatina de algunas habilidades sociales, pero también han surgido nuevos comportamientos e ideologías muy interesantes que nos han traído las nuevas generaciones.
Sin embargo, hay algo que no ha cambiado y se mantiene exactamente igual. El miedo, pena, incomodidad, nervios y hasta pánico de hablar en público.
La verdad es que esta frase tan repetida de "me da miedo a hablar en público" no es correcta. No podemos tener miedo a hablar en público, ya que desde niños todo el día hablamos con personas. Público es una o mil o cien mil o cualquier número de personas.
Lo que nos causa esta sensación negativa es convertirnos en un momento en el centro de las miradas y sentirnos evaluados, criticados, analizados, "viboreados". Resumiendo, tenemos terror al ridículo.
El problema es que tres cuartas partes de nuestra conciencia se encuentran ocupadas en tratar de evitar el ridículo y nuestra atención está lejos del tema, del objetivo y de lo que tenemos que hacer para quedar con un buen sabor de boca.
¿Me veo bien? ¿Es agradable mi voz? ¿Los voy a aburrir? ¿Me están comparando con alguien? ¿Estoy a la altura de mi puesto? Me tiembla la voz, no sé qué hacer con las manos, se me olvidó la cifra, etc. Es frustrante comprobar que las ideas no fluyen igual que la noche anterior cuando lo planeamos.
Son muchos los ingredientes que componen la fórmula perfecta, algunos elementos indispensables son:
- OBJETIVO. Tener claro el motivo por el que estamos hablando y no perderlo de vista. Definir si queremos motivar, reclamar, entristecer, conciliar, etc.
- ESTRUCTURACIÓN. Presentar una secuencia de ideas lógica y tener un gran cierre que logre vender nuestra idea. Saber equilibrar las ayudas visuales, las bromas, las preguntas y respuestas.
- PERCEPCIÓN. Toda persona y público es diferente. Debemos tener la capacidad de leer y sentir para poder adaptarnos, enlazarnos, crear empatía y romper el hielo de forma efectiva.
- TONO Y MATIZ. La voz debe cambiar según las palabras que decimos en el momento. Habrá en nuestra plática partes alegres, tristes, reflexivas, firmes y la voz debe ser congruente, diferente y acorde al mensaje. Es horrible una voz plana o incongruente. También debemos enfatizar y subrayar con la voz las ideas importantes que nos conviene fijar en la mente del que escucha.
- CARA Y CUERPO. Cómo acompañar nuestro mensaje con un lenguaje corporal armónico y atractivo. Saber hacer ademanes congruentes, saber pararse, tener gestos y posturas que nos ayuden a reforzar visualmente nuestro mensaje y proyectar y seguridad.
- ENERGÍA Y EMOTIVIDAD. No todo es técnica, ya que seríamos robots. Debemos conectar con el público y sobre todo nosotros conectarnos con el mensaje de manera emocional para poder darle fondo y no solo forma a nuestra comunicación, logrando así una conexión más fuerte y efectiva transmitiendo y sintiendo emociones.
Estos son solamente algunos de los puntos básicos para dominar el arte de hablar bien y así poder comunicarnos de forma poderosa y efectiva en cualquier situación, ya sea de manera virtual o presencial.
Desde luego que no existe la "varita mágica". Debemos prepararnos y adquirir técnicas y herramientas comprobadas de alta efectividad y fácil aplicación.
Además, debemos tener seguridad y aplomo. Saber cómo perder el miedo y por fin disfrutar ser el foco de atención.
¡Cambia tu forma de hablar y cambia tu vida!

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