Demóstenes.
Desde niño, Demóstenes soñaba con ser un gran orador. Un sueño casi imposible, ya que no tenía buena voz, era tímido y, lo peor, era tartamudo. Siempre asistía a los discursos de los grandes filósofos, incluyendo al gran Platón. Era tal su deseo y pasión por la oratoria que preparó con entusiasmo su primer discurso. La presentación fue un desastre total. Inmediatamente fue interrumpido con gritos de protesta. - ¡Habla más alto! - ¿Para que nos repites lo mismo? - ¡Pon aire en tus pulmones! No puedes ni apagar una vela. Ante las burlas, humillaciones, agresiones y carcajadas, Demóstenes se retiró sin tener oportunidad de terminar su discurso. Cualquier persona se hubiera frustrado y hubiera renunciado a su sueño. Sin embargo, Demóstenes sabía que la voluntad, tenacidad, paciencia y disciplina aseguran el éxito. En primer lugar, se afeitó la cabeza para no salir a la calle, en esa época esto era mal visto. Practicaba todo el día hasta el amanecer. Corría diariamente hasta la play...
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